miércoles, 17 de abril de 2013

Michael Nyman (Compositor)


Michael Nyman

Michael Laurence Nyman, Londres (Reino Unido), 1944.

Compositor minimalista, y no sólo eso, él es el culpable del término “Minimalismo” aplicado a la música, cito:
Se atribuye el empleo, por primera vez, del término música minimalista a Michael Nyman, quien en un artículo en The Spectator en 1968, se lo aplicaba al compositor inglés Cornelius Cardew” (Wikipedia).
Aunque la primera obra considerada minimalista sea anterior. Se trata de: “In C”, compuesta por Terry Riley en 1964.

Nuestro autor de hoy es un experto en música barroca, por lo que muchas de sus bandas sonoras están inspiradas en autores de este periodo como: Henry Purcell, Heinrich Ignaz Franz von Biber o Mozart.
Sus comienzos en la composición de bandas sonoras van ligados al director británico Peter Greenaway, con el que comienza esta singular andadura por el mundo del séptimo arte en el año de 1967, dando lugar esta unión a la melodía del cortometraje “5 Postcards from Capital Cities”.
Pero no será hasta 1982 cuando nos deje una de las composiciones más reconocidas y populares de nuestro autor, en esta ocasión, realizada para el film de época “El contrato del dibujante”, también a las órdenes de Peter Greenaway.
En esta intrigante historia que se desarrolla en una mansión británica del siglo XVII, el compositor realiza una magistral partitura de corte barroco, donde, inspirado en esta ocasión en el también británico Purcell, nos dejará la obra que marcará el resto de su carrera.

Quien conozca algo la obra de Greenaway sabrá a qué me refiero con lo que os voy comentar. 
Al menos a un servidor, este director le suele provocar una extraña sensación de vacío tras el visionado de alguno de sus filmes, extraña sensación… de no saber muy bien que es lo que pretendía o buscaba generar en el espectador, como si algo se te escapara.
Pues en la siguiente obra en la que vuelve a trabajar con nuestro autor, es uno de esos casos del director, “Zoo” (1985). Y Nyman, lo borda. Si el director nos deja con las patas colgando, el compositor llega a donde no había conseguido alcanzar el otro, machacándonos una y otra vez y llevando a límites insospechados nuestro desasosiego.

En 1988, de nuevo para Greenaway, compone la banda sonora de “Conspiración de mujeres”. Drama sobre las consecuencias, en tres generaciones de mujeres de la misma familia, de un crimen cometido por la progenitora. Nyman, vuelve a dejarnos una muestra de hasta qué punto puede llevar este compositor la belleza en una obra minimalista, quien, en esta ocasión, se inspira en la obra del genio austriaco, Wolfgang Amadeus Mozart.

Un año más tarde llegará la que es considerada la obra culmen de Greenaway: “El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante” (1989), para ella no seré yo el que la califique:

El singular Peter Greenaway firma una inclasificable, interesante y excesiva película en torno a la comida, al amor y al erotismo. No apta para paladares sensibles”. (Pablo Kurt: FILMAFFINITY)

Yo le habría cambiado lo de “interesante” por “sórdida” o “desagradable”, pero bueno… como dice el refranero popular “sobre gustos…”.
Pero como aquí no venimos a hablar de Greenaway sino sobre Nyman, decir, que él vuelve a componer una partitura de aires barrocos, donde destacan entre otros los temas “Miserere” y sobre todo “Memorial”. Esta última, compuesta por Nyman entre 1984-85 pero grabada por primera vez para este film.  Acompañando con ellas a este despropósito de película.

1991 sería el último año en el que el director y el compositor colaborarían, ya que se producen ciertas desavenencias a la hora de cómo emplear el acompañamiento musical. El director por un lado quería incluir música de sintetizadores en ella, mientras que Nyman se negaba a ello. Esta intromisión hace que nuestro autor rompa definitivamente su relación con Greenaway.
La obra causante de ello es la “adaptación” (por llamarlo de alguna manera) de la obra de William Shakespeare “La tempestad”, solo que en este caso se titularía “Los libros de Próspero”.
Una vez que el compositor consiguió que su partitura no fuera modificada, podemos apreciar en ella la gran labor realizada por Nyman, al que hay que agradecerle que  se mantuviera firme.

Y llegamos a 1993, ya que este es el año en el que consigue la proyección internacional que le faltaba. La culpable, la cinta neozelandesa: “El piano” (Jane Campion).
No es que la composición sea mejor que otras anteriores, aunque, bien puede que lo sea. Lo que sí es seguro, es que, al ir acompañando a un film que tuvo tan buena acogida consiguió que, esta melodía en especial, lograra la relevancia que a otras les faltó.
Es cierto, que no en todos los filmes las bandas sonoras tienen la importancia que adquiere en esta, si a ello le sumamos las geniales interpretaciones de los actores, la delicadeza de su fotografía, el buen hacer de su directora, y cómo no, la necesaria obra maestra de Nyman. Todo esto, dio lugar a que esta película se convirtiera en la laureada obra en la que se transformó.
En cuanto a la partitura de nuestro compositor, decir, que deja temas tan mágicos como “La promesa”. Con ella, Nyman consigue sumergirnos en un estado de desbordante embriaguez, estado del que solo conseguimos salir cuando finaliza la melodía.
Por ella conseguiría la nominación al Globo de Oro y al BAFTA.

Lejos del estilo compositivo de la anterior, en 1994 nos deja en el film francés “Seis días y seis noches” (Diane Kurys) una intensa composición de ritmos vivos y alegres, pero que los alarga hasta la saciedad.

Otra bella composición es la que acompañará al film británico “Carrington” (Christopher Hampton, 1995), con ella vuelve a su estilo minimalista dramático de corte más clásico.

Son pocas las ocasiones en que nuestro compositor ha realizado trabajos para la industria cinematográfica norteamericana, de hecho, no es hasta 1997 cuando por primera vez compone para un film made in USA: “Gattaca” (Andrew M. Niccol).
Para él, Nyman realiza una melodía dramática, con la que potencia el ambiente deshumanizado y aséptico del film. Empleando para ello una bella partitura con la que parece capar emocionalmente al espectador, tarea nada fácil, que sin embargo el compositor consigue sin aparentemente mucho esfuerzo. Al menos, sus años con Greenaway sirvieron para algo.

En 1999 coescribe con Damon Albarn la banda sonora del curioso western británico “Ravenous” (Antonia Bird). Cuando digo curioso, me refiero a su extraño argumento. Cinta gore, que versa sobre los supuestos poderes que da el comer carne humana a unos soldados de un fuerte aislado en las Montañas Rocosas.
Lejos de lo que pueda parecer, la directora sabe tocar con mucha sutileza el tema, dejándonos un film de una estética exquisita, donde un reparto de buen nivel, encabezado por Guy Pearce (Memento),  a quien hará compañía, entre otros, el temperamental actor británico Robert Carlyle (Full Monty). Con una ambientación y fotografía extraordinaria y la brillante banda sonora de los compositores, convierten este western de terror en un delicioso entretenimiento.

En 1999 comenzará una irregular unión con el director británico Michael Winterbottom, al cual acompañará de manera discontinua en varias de sus obras a partir de este año. Comenzamos con el que es su primer trabajo juntos “Wonderland”. Aclamado drama sobre tres hermanas londinenses, para el que Nyman compone una hermosa banda sonora de corte romántico, con su habitual estilo barroco.
Del mismo año es la melodía del film “El fin del romance” (Neil Jordan). En esta ocasión con un tono más dramático. Por la que sería nominado al Globo de Oro y al BAFTA.

De nuevo a las órdenes de Winterbottom (a la entrada del nuevo milenio) nos deja la composición para un nuevo western británico altamente dramático: “El perdón” (2000). Como es natural, para él Nyman compone una partitura de corte dramático muy lejana a las épicas melodías de Bernstein, y a su vez, lejos también de aquellas románticas composiciones de Barry. De hecho, sería imposible intuir por su melodía que se trata de un western.

Tras estas, vendrían nuevos trabajos juntos en “Tristram Shandy: A Cock and Bull Story” en 2005 o la más reciente “Everyday” (2012).

Pero no todo han sido bandas sonoras de películas en este autor. También ha trabajado componiendo para multitud de documentales, entre los que podemos destacar: “Man on wire” (James Marsh), realizado en 2008 sobre la hazaña del funambulista francés Philippe Petit, quien ilegalmente se arriesgó a cruzar por un cable tendido entre las dos míticas y desaparecidas torres gemelas del World Trade Center de Nueva York en 1974. En ella se recopilaron algunas obras del autor, decisión que fue tomada por el propio protagonista.

Lejos de encasillarse, también ha puesto música para las nuevas corrientes que van surgiendo, así compone alguna banda sonora para videojuegos, como el japonés “Enemy Zero” (1996), con el que terminaremos el repaso de nuestro autor.

Espero que haya sido de vuestro agrado.

Un saludo.

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